@ ANDREA VINCI |
Caminé por esa calle que
nunca había caminado:
angosta, árabe, desprolija.
Me crucé con un gato que me miró con miedo.
El Hammam aún ofrece sus servicios
en esta Málaga que cambia sin descanso,
que me mira de reojo,
que me atrapa,
que me suelta.
calle Madre de Dios
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