viernes, enero 14, 2011

TE VI


(*) ANA PAULA GONZALEZ para MACONDO
Te encontré un poco perdida ayer, ibas y venias por el espejo,  titubeando y murmurando. De los pies descalzos y los pasos repisados no te dije nada. Nada dije, de hecho cuando dejé de mirarte para observar.
Tenías un paisaje de fondo, lleno de mar, de dunas y de campo. Tenías de esas capelinas que uso yo, y una margarita fresca. Y del tiempo tampoco dije nada. Y no dije nada tampoco mientras cabalgaba con el Clavel y dejaba que el cielo y la tierra me desperdigaran por completo.
Tenías tantas ganas de cabalgar, tanta necesidad de sentir el viento sobre mi cara y la libertad que el horizonte  te regala. Sin rumbo, al trote y los minutos iban quedando atrás bañados en oro. O no se, me confundo creo, recién había empezado a andar.
Cuando te vi, algo me pregunté, algo que inmediatamente olvidé. Y ahora me siento tan lejos de aquel sitio, nombrándote y preguntándote sin saber en absoluto porqué.
Como después de un tiempo, dejé de ver y empecé a observar caí en cuentas de que algo aparecía ante mi, entre mi, a través de mi. Se me ocurrió que no eras vos, caminando, murmurando de un sitio al otro; desperté a una mirada que me dejó perpleja, ese tiempo que te tomaba aquella actividad, no era, no existía ahí.
Acerqué mi cara un poco más, pegué mis ojos al vidrio para volver a mirar, y en efecto sucedía que aquel paisaje de fondo, aquella duna, ese mar y esa tierra te estaban caminando a vos, porque vos eras el verdadero tiempo a traves del cual todo el resto existía.
Y empecé a patear suave a Clavel, quería correr. Y está mal si digo que el caballo y yo queríamos correr, porque desde la primer caricia y el pie en la montura ambos éramos uno; mejor aún éramos la confluencia  del tiempo. La vida nos atravesaba entera, toda, una,; y la conciencia despierta, breve pero despierta, dejaba el espacio para que la mágica, universal y eterna belleza de la vida se desplegara en mis entrañas.
Voy a serte honesta, viaje hasta allí para encontrarte, y la razón es menos que simple, sos lo más autentico de mi yo, yo como algo que lidia en la realidad, se pone metas, piensa, ama, trabaja; pero que durante esos largos periodos no es tiempo de la vida, es sólo un ser humano en piloto automático.
Las repuestas recién me llegan, dudabas caminando de un sitio a otro, como el que ansía y se pregunta si tendrá coraje nuevamente, para montar a campo abierto, sin rumbo, sentir que el cuerpo se pierde, que el pensamiento queda atrás y entrando en el verdadero estado de la vida dejas de ser alguien para ser algo que siempre mantienes ajeno, el tiempo. El espacio, bueno, cobra existencia. Lo difícil es bajar del caballo, perder la libertad, y volver a apretar el botón del piloto automático, volver a la mentira para vivir en una realidad.

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