sábado, mayo 21, 2011

HOY NO SE SI VUELVO ....ó ME DEVUELVO

(*) ANA PAULA GONZALEZ SUAREZ 

Hoy no sé si vuelvo para acá o me devuelvo, iré de regreso de allá y desde aquí otra vez marcho al principio de la meta, que ya no concuerda con lo que había, mutilo los tiempos; y vuelta a ir de vuelta para llegar al lugar de donde no vengo y sin aliento bocanadas desesperadas, regreso a la mitad para no llegar a destino.
Y del principio de lo que dejé terminado o término del precipicio íntimo de lo que siempre está comenzando, camino desorientada, vuelve otra vez la vida a traerte equivocado, mala cadena infinita del momento inoportuno, cuando pienso que me había ido, ya estoy llegando. O me trae, o me lleva, o te ha dejado, nos conjuga el error de la penitencia, el complejo impaciente del idiota me lo cuestiona.

…O hasta el extremo de la resistencia más inquieta cuando asoma la posibilidad de la que huyo, o del medio desfigurado que se me escapa de las manos como agua del cantero, o del imposible resto de éste,… principio que no comienza más. Hasta aquello de lo que partía, o de lo opuesto con impetuosa cadencia que se me impone absurdamente ante los ojos bien cerrados.
Y rueda, rueda, imparable el deseo que te roe hasta el encuentro de carnes del que huyo o te hago huir o me espanta y aquí tampoco está, por eso me quedo. Una maldición de dioses, la lógica del caos nos está matando, trampa subjetiva de la confusión sentimental, deja acabado el lienzo de lo prohibido y lo mancho, o lo niego, o lo negocio.

Y voy de arriba abajo y de abajo arriba, corro o camino lentamente, o me detengo, no le encuentro mejor alternativa, o no tengo ninguna, o tenia las que no quería, me planto con el disfraz de lo asqueroso, ávido tú y asqueado espero en su resultado, del temor infundido por ese deseo revestido, o por vivir entre huesos, fantasías, y límites.
Por las dudas me escondo, no que caparazón de tortuga veloz, ni de cueros de lagarto temerario hecho cartera, o de cordero maltrecho y desnutrido, de carroña o desecho unto la prolijidad de mi atuendo, impregno tus sentidos del rechazo y finjo que me voy.
¿Será inevitable, o hijo del perpetuo y estéril desencuentro?
Quédate afuera, adentro está lloviendo, no sé si a lo demás como resto, o de más que le resto al exceso, o al recomienzo espeso de coincidencias, contratiempos y destiempo. Me fui, o sigo estando, o desarmo ovillos, hago nudos. Cuando no al burdo, sino de algún complejo herniado en pleno vuelo…
¿Si eras fénix, renacer no cuesta tanto? Préndete fuego mil veces, sólo una por mí, y desaparece.

Muy cálido o preferiblemente helado, y vuelta, y vuelta sobre el mismo me arqueo, ahora dudo si estás ardiendo, más parece que a tanta terca tuerca, para entregarse entero o de tres cuartos me da miedo, no sé si estás harto ya de mitades y de cuartos. Al entrevero exhausto de los lechos deshechos. Yo escapo al absurdo, porque lo creo.
Marcan las diez de mi vida, y por eso viajo, o viajan mis despojos, o viaja la idea que persigue lo que la cama no abriga.

Es preferible inundarse de esto, o darse noche y día sin descanso contra todos los nervios del misterio del más allá, o de acá. Cabalga loco el siniestro plan que evito, o me pego fuerte al destino, o marco con arena mis pasos como si no pudiera volver, o dejo al viento hamacar mis vendas, o perpleja me entrego a la desgracia de la suerte que no elijo.
Hay de las palabras que no lo dicen todo, un poco de todo o casi nada. Mientras se rota y retuerce empecinada la coincidencia, quedo ante el fugaz aspecto perenne de lo aparente, o lo supuesto, o lo evidente y vuelta tras vuelta hundida hasta el pescuezo con todos los sentidos, aparece sonriente el sin sentido, insisto en el sofocante tedio con uñas recién pintadas, y con ellas los pienso y despellejo, y porque sí nomás, y por las dudas.

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