Por ANTONIO PORPETTA
Hay unas flores rojas en la orilla,
sobre la tersa arena despoblada de huellas
en este invierno largo,
tan distante y tenaz.
Unas flores que mueren muy despacio
entre el púrpura invicto de la tarde,
ante el inmenso mar que las contempla
con un cansado asombro,
con un tierno dolor.
El plácido ondular de su oleaje
acaricia sus pétalos, descubre
la belleza que fue,
o la que permanece todavía
en esa inexplicable inmolación.
¿Qué pretérito encierran esas flores,
qué proclaman aún?
¿Predijeron la fecha de unas bodas
o fueron compañía de la muerte,
espejo de la ausencia,
o sirvieron quizás para decir amor
entre unas manos trémulas,
muy cerca de unos labios conmovidos?
¿Por qué han sido entregadas
a la injuria terrible del silencio,
su desnacimiento en soledad?
¿Qué voces escucharon, qué miradas
les dieron el mensaje
que ahora, enmudecidamente, guardan
o intentan olvidar?
No hay respuestas posibles: el destino
ha borrado su imagen, su mañana,
su mínimo presente:
sólo queda
la trágica hermosura de esas flores
muriendo su abandono
en la clara pureza de la playa,
con el arrullo fúnebre del mar...
FUENTE : http://www.porpettablog.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario