Acercamiento a la literatura infantil en Venezuela a partir de la obra de Carmen Delia Bencomo.
Por Karelyn Buenaño
Carmen Delia Bencomo
Se nos hace urgente, hoy más que nunca, dirigir una mirada verdaderamente amplia hacia la producción literaria actual, y detenernos con mayor interés en la paulatina publicación de obras para niños en Venezuela. ¿Es siempre pedagógica la literatura para niños? ¿Cómo funcionan los recursos literarios, cómo se construye un personaje que tiene como destino a un lector de 5, 10, 12 años? ¿Es la novela infantil un subgénero narrativo, o forma parte de un modo de narrar diferenciado, con procedimientos propios, y con una visión particular de la ficción y la fantasía?
Son éstas preguntas de infinitas respuestas; pero al menos contamos con la visión de escritores de muy serias reflexiones y prolíficas obras literarias, tal como es el caso de Efraín Subero (1931-2007), conocido docente, académico, poeta y ensayista cuyo libro La literatura infantil en el mundo hispanoamericano plantea los aspectos más problemáticos de dicho ámbito: el abuso del infinitivo, el confundir sencillez con vacuidad, creer que todo lo que rima es poético, la descontextualización de las obras infantiles (“érase una vez, en un reino lejano…”), la notable diferencia entre el “lector abstracto” ideado por el escritor y el lector real de las obras para niños; la circulación limitada de las publicaciones infantiles, la lectura y escritura en los niños como estrategias obligatorias de aprendizaje, entre otros.
Cuando pensamos en literatura infantil, pensamos a menudo que la mayor parte de los autores de literatura para niños son, o han sido docentes. En Venezuela, recordamos a autores-docentes fundacionales tales como Simón Rodríguez, Luis Felipe Mantilla, o Alejandro Fuenmayor. Hoy día esta tendencia varía, y encontramos autores cuyas visiones del imaginario infantil proceden de diversas experiencias. Mencionamos como ejemplo a
Tarjeta postal de principios de S.XX, de niña en columpio con muñeca Armand Marseille 370.
Aquiles Nazoa, Velia Bosch, Benjamín Sánchez, Inés de Cuevas, Mercedes Franco, Luiz Carlos Neves, Laura Antillano, Armando José Sequera, Tulio Febres Cordero, Orlando Araujo, José Gregorio González Márquez, Marissa Arroyal, entre tantos otros; y la narradora y poeta de la que escribiré a continuación: Carmen Delia Bencomo (1923-2002).
Oriunda de Tovar, sus primeros trabajos como narradora y poetisa comenzaron a los nueve años de edad. Luego de haber obtenido múltiples reconocimientos literarios, y gracias a una labor de vida como docente y promotora cultural, dejó toda una serie de obras para niños publicadas bajo su nombre, y su obra más conocida es la novela infantil-juvenil Diario de una muñeca (Maracaibo, 1971), reeditada como Diario de Maruja (Mérida, 1984; y Guarenas, 2004).
Maruja, una muñeca, y el personaje-flaneur de la novela (flaneur: observador divagante), es quien narra las vivencias de su dueña, la niña Delina (diminutivo de Delia, el nombre de la escritora), desde el momento en que se encuentran hasta que Delina se hace adulta y se casa. Pero esto no es todo: ellas son dos espejos de la subjetividad andina femenina entre las muchas representaciones que se configuran en el diario. Diríase que Maruja no sólo es
Pilar Montaner: Niña con muñeca (1899)
el instrumento del juego (ya que se establece entre Delina y la muñeca una relación amorosa madre-hija), sino también ese talismán que recoge, durante su convivencia con la protagonista, los valores y costumbres, así como los códigos de conducta propios de una señorita de los Andes venezolanos. Conocemos la interioridad de Delina, y las características geográficas y sociales de la ciudad emeritense gracias a esta muñeca que lo recoge todo.
Siguiendo parte del esquema para el análisis sociológico de obras literarias propuesto por Efraín Subero, ideal para esta novela, deben resaltarse ciertos aspectos tal pocos útiles para los postulados contemporáneos de la hermenéutica, pero fundamentales para comprender el carácter literario y humano de esta obra, tales como:
Valor histórico: la novela Diario de Maruja recrea, de manera casi exacta a la de los cronistas de principios del siglo XX (Tulio Febres Cordero y Mariano Picón Salas, por ejemplo) el modus vivendi en la Mérida de los años 18-20. Una Mérida agraria en la que el sistema de transporte más utilizado seguía siendo la mula (también se nombran otros sistemas antiguos en Venezuela: el barco y el tren), y en la que aún había mucha diferencia entre vivir en un pueblo, y vivir en la ciudad capital.
Tiempo de la obra: si bien la obra se escribió en los años 70, la obra recrea los años 20; tiempo éste que coincide con la época de infancia de la autora; lo cual podría dar a la novela un carácter autobiográfico.
Referentes literarios inmediatos: la autora, para agregar veracidad temporal y espacial a la obra, nombra las lecturas favoritas de Delina. 3.1:.- Por un lado, a laDelina-niñale gustan los relatos bíblicos (especialmente relatos del Antiguo Testamento, lo cual habla de lecturas religiosas “conservadoras”), y los cuentos de Calleja. Autor éste que pudo ser material de lectura para los niños que iban a la escuela por los años 20. Bencomo hace referencia a un escritor español de cuentos de hadas con sentido moral-religioso que se llamó Saturnino Calleja (1853- 1915), autor y editor
Tarjeta postal antigua, coloreada, de principios de S.XX, de niña con enorme muñeca de porcelana, probablemente alemana.
de libros de texto para niños, y cuyos relatos tenían como finalidad, no sólo entretener y recrear relatos populares, sino también moldear la conducta de los lectores. Por otro lado, sobre todo en los primeros capítulos de la novela, se hace una puntual referencia a cuentos populares venezolanos: la llorona, la hechicera (cuento folklórico andino), el caballo errante y otras. 3.2.- A la Delina-adolescente, en cambio, le gustan las novelas románticas: por ejemplo, María (Jorge Isaacs), y La pastora del Guadiela (Faustina Sáez de Melgar, escritora feminista española del siglo XIX).
Tono de la obra: dado el lenguaje sencillo (sin regionalismos, neologismos ni cultismos), y el sentido lineal de la obra (narración con escasas digresiones desde el pasado hasta el presente), podemos decir que nos encontramos frente a una novela anecdótica, fresca, interiorizante y sentimental en la que encontramos personajes que, aparte de tener su propia microhistoria y ficcionalidad, aún representan patrones de “deber-ser” y “no-deber-ser”, especialmente aquellos que reflejan diferentes arquetipos de los sujetos femeninos, a saber: Maruja (suma de todas las expresiones de femineidad); Delina (la niña, y luego la adolescente que está frente a diferentes conductas, y está aprendiendo a ser ella misma a través de Maruja); la loca Juliana (mujer inofensiva, abandonada e indigente); la india Juana (la que cuenta a Delina leyendas, y luego es seducida por el padre de Delina hasta ser descubierta, y despedida de su empleo como doméstica); Inés (una antigua novia del padre de Delina, símbolo de
La niña y la muñeca Emile Munier (Francia, 1840-1895)
la mujer nostálgica por el amor perdido); la abuela (el personaje alegre que pasea con la niña, y hace que Delina conozca varios pueblos de Mérida); María (una anciana gentil como una niña, quien muere serenamente en uno de los capítulos); la tía Amanda (la solterona); la madre de Delina (la moldeadora, la que da a la niña las primeras respuestas sobre la vida); la niña Rosario (la que es sirvienta por haber sido madre soltera); Ramona (mujer de un solo amor, que cuida a Lucio, un hombre que se ha malogrado y enloquecido luego de ir a la Capital); y la hija de Delina-adulta, ya casada (la que recibirá como primer regalo de vida la compañía de Maruja, lo cual hará que la historia continúe, y también reciba todo lo que la muñeca ha “absorbido”).
Personajes: predominan los personajes familiares (tíos, abuelos, hermanos, padres), y la mayor parte de ellos son personajes femeninos. Los escasos personajes masculinos son arquetipos, pero no tienen en la historia de Delina mayor peso que los femeninos; hablamos de: el padre de Delina, Lucio, el primer amor de Delina, el abuelo, y el marido de Delina (que apenas es mencionado al final de la novela). Son todos de origen campesino, de estrato social medio o bajo, y casi todos los personajes tienen entre sí algún tipo de parentesco sanguíneo; lo cual nos deja ver una historia con un entretejido social cerrado, y que a su vez es reflejo de una Mérida de valores y grupos sociales herméticos.
Estos son, a grandes rasgos, las características más resaltantes de la novela infantil-juvenil de Carmen Delia Bencomo, que hoy día sigue siendo promocionada y recomendada para la lectura de niños y adolescentes, y constituye un legado literario hermoso y entretenido. Este esbozo analítico no es sino una muestra de que nuestra literatura infantil merece, no sólo mayor atención en nuestras lecturas y penso de estudios, sino también interpretaciones menos ingenuas y meramente pedagógicas, y en cambio más arriesgadas y profundas. Las obras infantiles esconden a menudo niveles de complejidad que suelen ser ignorados, o estudiados a mediaS
he leido el articulo pero no he encontrado nada sobre literatura infantil
ResponderEliminarno obstante recomiendo la lectura de
www.lodijomarise.blogspot.com