domingo, marzo 25, 2012

EL SILENCIO SE HACE PARA QUE HABLEN LAS CARTAS



CARTA DEL ESTÓMAGO

Te extraño con el estómago, lugar que da a luz palabras, con esa parte me hago nacer.
Hoy salí y caminé, qué cosa divina los árboles. Caminar es sentir miedo con los pies. Extraño tu voz, ¿te oíste alguna vez así, como yo te escucho? Salí a caminar por una calle que bajaba, yo quería llegar al río pero no había agua, la sensación de piedras y de sal en mi boca sí estuvo, así como estás vos con tu amor en alguna parte. No sé por qué aparecés en mis sueños. Quizás porque te hablo durante el día, sobre mis libros, los libros de todos, sobre los niños, sobre esas cosas, las que conocés sin mí. Estás y decís y callás y te inclinás y me respirás en la nuca. Qué puedo hacer, sos inevitable. Quiero darte la mano, la calle desciende, necesito tu mano porque está cerca, se entrega, yo te daría las dos, podría caminar así con nosotros, con las dos manos cuatro.

CARTA BRUTA


Ni siquiera como una niña. Me comporté como niño que se enreda en un llanto muy propio, egoísta. Y la clave para desenredarse está en una adultez lejana. Siento que no pude dialogar con tu silencio, no lo respeté. Muero por un trago de voz.

CARTA DEL VIENTRE
Tuve que dar vuelta los libros para no ver tu nombre. Ver tu nombre. Parece absurdo, pero implica un temblor de tierra, apertura de grietas, muertos en todas partes, vivos más vivos que nunca, todas las flores floreciendo y marchitándose al mismo tiempo y lluvia en los tobillos persiguiéndome. ¿Qué más voy a tener que hacer? Cerrar el espejo. Te vi varias veces al mirarme. Hoy te soñé otra vez, pero esta vez era la más dulce. Estaba en una casa con mucha gente y me venías a buscar, parecías feliz a pesar de que todos nos miraban con desprecio. Eras feliz y nos besábamos y ponías tu mano sobre mi cadera y yo tenía un vestido de tela muy fina y era la primera vez que sentía tu mano tan cerca de la piel de mi vientre y era una sensación muy grande muy alta y yo sabía que sería para siempre esa mano ahí, que volvería. Desaparecías y aparecías, agua, barcos, la tierra naufragaba pero siempre regresabas por mí.

CARTA SIN TINTA

Te extraño de repente te extraño como si fueras una parte de mi cuerpo arrancada, y qué vergüenza decírtelo, más vergüenza daría no hacerlo. Qué época del año es como para que te extrañe tanto qué pasa en el mundo qué intuiciones son estas que no logro descifrarlas, simplemente oleajes de tu olor que no huelo, tu sombra que nunca puedo pisar, solo puedo escribirte, y es tanto que la tinta se asusta y se devuelve.

CARTA DE LA LOCURA

No sé que me pasó, revisé todo, los libros, la caja, tu piedra, los poemas, las fotos, la caja, la piedra. De repente me volvía loca. Si no te escribo no podré olvidar. Revisé todo lo que tenía tu nombre. Quiero contarte todo. ¿El que está solo también puede ser egoísta? ¿El que siente que pierde y no quiere ganar, también puede ser egoísta? Pregunto y odio responder a través de tu sensibilidad.

CARTA COBARDE

Me pregunto por dónde pasa la valentía. Cuál es su curso, cómo es su recorrido.
Es valiente aquel que elige callar o el que lo dice todo o el que deja de escribir o el que escribe a pesar de la nada. La valentía es como la música, ¿o es como quien la toca? Me pregunto. Cómo es el carácter del cuidado, cómo son sus gestos. Debe ser un arte tibio, imperecedero. Me pregunté por qué dejaste de escribir. Imaginé que desde tu silencio me pedías silencio. Me lo repetías como a los niños, a los perros, a los que se portan mal, como a los carteros, como al tiempo.

CARTA DE LA MUERTE

El día que nos conocimos pensé que te estabas muriendo. Me diste esa cantidad de cosas tuyas, y tenías los ojos muy grandes y llorosos. Cuando saliste a fumar pensé que quizás yo era la que se estaba muriendo sin saberlo. Cuando nos tomamos de las manos pensé que nos moríamos los dos.

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