DE MARINA COLASANTI
tiñe las armas y el mar,
empapa la tierra de los campos de guerra,
salpica las banderas,
mancha la historia.
La nuestra, contenida
en blancos paños,
resbala sobre el coxis,
persigna el lecho,
manso sangrar sin grito
que anuncia
las redes de la hembra.
Yo soy una mujer
a la que siempre le gustó
menstruar.
Pues hay una sangre
que corre hacia la muerte.
Y la nuestra
que se entrega a la Luna.
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