sábado, marzo 17, 2012

NADEZHDA MANDELSTAM







"Osip, te envidio, - decía Gumiliov, - morirás en el desván". Los versos proféticos para ese entonces ya habían sido escritos, pero ninguno de los dos quería creer en sus predicciones y se entretenían con la variante francesa del destino desdichado del poeta. Ya que el poeta es un ser humano, simplemente un hombre, y por eso le tiene que pasar lo más ordinario, lo más característico de la época, que acecha a todos y a cada uno en el país donde vive. No el brillo ni el horror del destino individual, sino el camino simple "con la multitud y el rebaño"*. La muerte en el desván no es para nuestro tiempo.

* de Versos del soldado desconocido; O. Mandelstam 1937

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