viernes, abril 06, 2012

Un café con leche sobre el escritorio en la edad del inviernoCORREOS








Los correos, casi siempre, no son deseados. Explican cómo cuidarse del frío un cinco de enero. O cómo el amor se hace durante horas sin derramar una sola lágrima. O cómo ocultar las marcas del viento y las contradicciones de un toque dado al pasar.


Los correos no siempre son deseados.


Una máquina nunca, ni con un sencillo me gusta, alimenta el deseo, y nuestro mejor mensaje, caído de un lugar sin ojos y sin manos y sin estrellas, suele ser un café con leche sobre el escritorio en la edad del invierno.

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