sábado, junio 30, 2012

EL ADIÓS A LA MUSA FINOLI

@ DR. LUIS ALPOSTA

La poesía es algo tan elemental, que hasta puede prescindir de una definición. Es algo que se siente, y punto. Pero en tren de buscar una aproximación, digamos de ella que es algo tan simple como el despertarse a la mañana, tan dramático como el estar vivo y tan importante como el poder contarlo. Es el sentimiento puesto a escoger y capturar palabras, para luego liberarlas en el poema y emocionarnos.
Digamos también que, en poesía, no todo lo difícil de entender es surrealismo. El poeta Luis Aragón, en su “Tratado del estilo”, decía al respecto: “Si escribís, siguiendo un método surrealista, tristes imbecilidades, serán, sin atenuantes, tristes imbecilidades.” Cuando comprendí esto, me asusté, dejé de hacerme el raro y escribí este tango:



EL ADIOS A LA MUSA FINOLI

Buen empilche, buen lomo y un taller literario.
(Que la mina es finoli desde lejos se embroca).
Esos cinco minutos que uno tiene de otario:
se me vino de river y me le fui de boca.

Y concurrí a sus clases con una euforia loca.
Entró a darme manija… me dio vocabulario…
Y esta fue la consigna que repetía a diario:
“A Celedonio Flores se mira y no se toca”.

Tiró más que una yunta. Siempre pensando en ella
me pasaba las horas laburando algún verso.
Escabuyí los brolis firmados por Centeya.
De mi propia medalla pasé a ser el reverso.

Si escribís un poema -me lo chantó de entrada-
hacelo bien difícil, que no se entienda nada.
Y eso ya no lo banco. Vuelvo al verso atorrante

que se escribe en el feca sobre una servilleta.
Las musas son beatrices, te laburan de Dante,
te calientan los versos y olvidás al poeta.


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