Esa mañana sintió sus pechos como volcanes, y lo llamó
para que lo comprobara. estoy preñada, le dijo
mientras él los acariciaba. preñada, esa fue la palabra.
no quería ser fina. se sentía incomprendida y salvaje como un animal.
pero vos…, balbuceó él. yo nada, algo crece en mi vientre.
afuera las flores intercambiaban polen.
las manzanas se desprendían del árbol.
la fertilidad había infectado a todo el pueblo.
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