Desde el exterior,
me sorprendió
y sin apenas moverme,
la seguí mirando
por unos milímetros
colisioné con ella,
ya en el umbral
de su monotonía
descubrí su valía.
Pero, me duele verla
así, dañada y agujereada,
como si fuese un tamiz
dolorida y frágil.
Puede seguir siendo
reina y abeja,
su belleza tintineaba
a la luz de un sol avispado,
sin hacerse trizas
vaga en descontento,
sentirse quiere hábil
por momentos
sigue siendo esa
excelsa criatura,
que del infinito
llegó a sobrepasar
realidades y verdades,
más no buscaba adversidades
al encontrar
sensibles terciopelos,
que vuelan en derredor
suspendiendo retoques
descendiendo del interior.
©Mía Pemán
No hay comentarios:
Publicar un comentario