jueves, julio 23, 2015

FERNANDO SARRIA en MACONDO



Dejo mis huellas en el silencio,
a veces son las alas de un pájaro en el aire,
otras los pasos húmedos y nocturnos del invierno.

Hay dulzura en mi boca cuando callo.
Renuevo mis sílabas con el alumbre del amanecer,
de dos en dos nombran el misterio,
solo entonces percibo un dolor intenso
y siento mi humanidad entregada a la carcoma...
tan mortal, tan cercana a ti y a la muerte.


Sé que la ciudad cabe en mis manos,
sus suburbios donde el neón apenas titila en la oscuridad.
Bajo mis sábanas blancas con grecas azules
guardo la arena de las playas,
la caída de los ángeles, los naufragios,
la virtud de seguir siendo la raíz de un cedro antiguo, milenario.

f.

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