Por Dario Ivan Rossatti
En 1980 moría el filósofo Jean Paúl Sartre, eterno compañero
de la escritora Simone de Beauvoir, considerada gracias a su libro “El segundo
sexo” una de las primeras feministas contemporáneas. Lo sorpresivo de esta
muerte no fue el hecho en si, sino la reacción de la misma Simone que removida
por sus resentimientos hacia el hecho, escribe su libro “La ceremonia del
adiós”. Un libro que a juzgar por el titulo, es insulso, pero muy duro en su
lectura, ya que despiadadamente cuenta los últimos 10 años de la vida de Sartre
de una manera casi carnívora.
Aunque siempre respetaron sus libertades individuales (pacto
relatado en extensión en su libro “La Plenitud de la vida”), nunca le perdono a Sartre
el hecho de que haya muerto antes que ella.
Jamás y lo demostró en este escrito, que para amortiguar,
después de dicho relato anexa las “Conversaciones con Sartre”, donde no menos
despiadada le hace hablar al filosofo de su vida, sus cosas y su concepción del
mundo a través de reportajes mantenidos durante agosto y septiembre de 1974,
periodo antes relatado en la “Ceremonia del adiós” (todo dentro del mismo
libro).
La pareja, que fue ejemplo de pareja ideal para los
activistas de la década del ’70, se ha de venir abajo, indudablemente cuando
ella declara que “Sartre era apasionado en todo menos en la cama”,
declaraciones que hace post mortem y violando uno de los acuerdos con Sartre
que era el de no aparecer en televisión.
Otro punto de inflexión es el prologo de este libro, dende
recuerda una discusión con el filosofo, donde este le termina diciendo: “la
tengo en una cajita” su respuesta ahora es: “¿Quién lo tiene en una cajita
ahora?” haciendo alusión a las cenizas de Sartre y demostrando que la
existencia misma le dio la razón, poniéndola a ella en un lugar de “ganadora”,
lugar que siempre quiso tener al lado de el mismo Sartre, ya que siempre se
sintió en inferioridad de condiciones con el, al considerarlo siempre “mas” que
ella.
Creo que los dilemas existencialistas llegan a un extremo en
otras declaraciones que pueden justificar estas cosas que tiran a la borda toda
la filosofía mantenida durante la vida al decir: “Su muerte nos separa. Mi
muerte no nos unirá. Así es: ya fue hermoso que nuestras vidas hayan podido
estar de acuerdo durante tanto tiempo”. Declaración de que aunque estén
enterrados juntos, nunca mas van a volver a verse.
La veje pesaba desde hacia tiempo en Simone, ya en su ensayo
“La Vejez ” que
lo escribe alrededor de los 40 años se preocupa por este tema, que sin querer
la estaba llevando al fin de su existencia.
Sus memorias hablan de lo mismo: en “La fuerza de las cosas”
habla de su cese de actividad, por estar convirtiéndose en “vieja”. Pero la
declaración mas efectiva del tema lo hace en las memorias que le siguen: “Final
de cuentas” donde ya no registra, sino que recuerda por hechos, característica
de la vejez, y en su prologo expresa su sentimiento de estar “deslizándose
hacia la tumba”.
Hoy Simone y Sartre están enterrados juntos, ella en cuerpo,
el en cenizas. El tal y como Simone relata que lo vio por ultima vez: “Sereno,
como todos los muertos, y, como la mayoría de ellos, inexpresivo”. Ella una
señora, en su mano derecha el anillo que le regalase uno de sus grandes amores
Nelson Algren.
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