“Yo tenía una amiga con cáncer, a quien acompañaba a atenderse en New York. Veía a los enfermos con la actitud serena de los momentos límites; nunca se oía una queja. No estaba junto al Cid Campeador o a Juana de Arco sino con los Sres. Smith o Brown que esperaban con confianza esos modernos tratamientos.
Yo también tengo esperanza.Recuerdo cuando le preguntaban a Borges si los argentinos tenían el derecho a la esperanza: “No - decía - el derecho no, sino el deber”. Yo tengo la gran esperanza de que el cáncer se curará.
Por eso me sentí muy feliz cuando conocí a la Fundación SALES. Ellos tuvieron una idea genial: que podamos donar un aporte mensual, sin trabajo, para ayudar a los científicos a vencer el cáncer. Esa noche, cuando donás, te vas a dormir mejor.
Con el tiempo te enterás que con tu aporte se logró un avance contra el cáncer. Y esto es lo interesante: un jubilado, con un ingreso que apenas le permite sobrevivir, cuando se lo permite, de ser ignorado se siente un benefactor. No importa cuánto dona. Ud. dona, Ud. es un benefactor, como Rockefeller que con una firma aporta millones y logra un avance contra el cáncer.
Quiero agradecer tu donación a SALES, en nombre de los enfermos que queremos curar, entre los que se puede contar algún día - ojalá no, pero ¿por qué no? - un amigo o familiar tuyo… y también, ahora que pienso, podríamos estar vos o yo… En fin, gracias de nuevo.”
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