sábado, mayo 07, 2011

ALFONSINA y el ARROYO SALADILLO



Saladillo
Un gran río te ciñe de rojizas barrancas,
por donde grandes buques hallan tus puertas francas.
Pero si aquél es sobrio, grave fiero, orgulloso
otro pequeño y fino te sirve de reposo.
Y, como si quisieran que añoren tu frescura,
Se encapricha y se seca, si le la locura.
Así pequeño y todo se da el lujo de darte
bosquecillos de sauce, esto es para alegrarte.
En festivas mañanas, bellos adolescentes
vuelan sobre canoas livianas, imprudentes.
Y sus camisas blancas contrastan con el verde
césped de las orillas que en el agua se pierde.
Bajo el golpe del remo, corta el agua la quilla
y tiemblan las canoas suspensas en la orilla.
Empleados, estudiantes de pesada semana
remando alegremente se pasan la mañana.
Pintorescos, repletos, va llegando el tranvía
donde vienen familias a pasar el día.
Bajo los verdes sauces tienden blancos manteles
y sacan de sus cestas botellas y papeles.
Toman mate, se acuestan para dormir la siesta,
Que duermen si el vecino pic-nic no los molesta.
¡Algazara de obreros, empleados, costureras
juveniles, alegres, bulliciosas, parleras!
Cuando la noche llega los tranvías no alcanzan
para tantos, y a saltos, a su encuentro se lanzan.
Tímidas, las mujeres, se quedan rezagadas
y esperando su turno conversan agrupadas.
Requiebro maliciosos les suelta el muchachote
que va en la plataforma, y ellas les ponen mote.
Lloran los chiquilines somnolientos, cansados,
y los padres los cargan contentos, resignados.
Y la masa flotante, planchada, dominguera,
no se encuentra que el lunes de trabajo la espera.
                                                    Alfonsina Storni
Rosario - Año 1917

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