martes, abril 10, 2012
LAS LETRAS DE EDUARDO
@Günter Grass
Por qué callo, silencio tanto tiempo,
lo que es evidente y en simulacros
se ejercitó, en cuyo término, como sobrevivientes
somos, a lo sumo, notas al pie.
Es el afirmado derecho al primer golpe,
que podría borrar al pueblo iraní,
sojuzgado por un bravucón
y dirigido al júbilo organizado,
porque en su dominio se sospecha
la construcción de una bomba atómica.
Pero, ¿por qué me inhibo
de nombrar a ese otro país por su nombre,
en el que desde hace años – aunque en secreto –
se dispone de un potencial nuclear creciente
mas fuera de control, puesto que no es accesible
a inspección alguna?
El silencio público sobre este estado de cosas,
al que al callar mi boca se ha subordinado,
lo siento como mentira agravante
y coacción, que promete castigo
tan pronto se desatienda;
el veredicto ‹antisemitismo› es habitual.
Ahora, no obstante, porque desde mi país,
al que una y otra vez buscan y piden cuentas
delitos superlativamente propios
que no tienen paralelo,
otra vez y en el orden puramente comercial, aunque
con labio listo declarado «resarcimiento»,
ha de entregarse otro submarino a Israel,
cuya especialidad consiste en poder dirigir
aniquiladoras ojivas hacia donde
la existencia de una única bomba atómica
no está comprobada, mas, en tanto recelo,
pretende tener fuerza probatoria,
yo digo, lo que debe ser dicho.
¿Por qué, empero, callé hasta ahora?
Porque creí que mi procedencia,
afectada de una mácula que jamás ha de borrarse,
prohibía creer capaz al país Israel,
al que estoy apegado, y lo seguiré estando,
de este hecho como verdad manifiesta.
¿Por qué digo sólo ahora,
envejecido y con tinta postrera:
la potencia nuclear Israel pone en peligro
la de por sí frágil paz mundial?
Porque debe ser dicho,
lo que ya mañana podría ser demasiado tarde;
también porque nosotros –como alemanes, afectados
/ lo suficiente–
podríamos convertirnos en proveedores de un delito,
que es previsible, por lo que nuestra complicidad
no podría borrarse con ninguno de los pretextos
/usuales.
Y, lo admito: ya no callo,
porque estoy harto de la hipocresía
de Occidente; además, es de esperar,
que muchos se liberen del silencio,
exhorten al causante del peligro reconocible
a renunciar a la violencia y
asimismo insistan
en que los gobiernos de ambos países
permitan un control irrestricto y permante
del potencial nuclear israelí
y de las instalaciones nucleares iraníes
por una instancia internacional.
Tan sólo así para todos, israelíes y palestinos,
más aún, para todos los hombres que viven
uno junto al otro enemistados
en esta región ocupada por el delirio,
y finalmente aun para nosotros, habrá remedio.
(Fuente: Süddeutsche Zeitung)
[Trad.: Héctor A. Piccoli]
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario