lunes, abril 29, 2013

ATORRANTE



Tango 1929
Música: Raúl De los Hoyos
Letra: Alberto Vacarezza


Atorrante bien vestido
malandrín de meta y ponga
que hoy brillás en la milonga
y la vas de gran señor,
te engrupieron las bacanas
y a la mina santa y pura
que aguantó tu mishiadura
y en la mala te cuartió,
la largaste por baranda
y de pena, ¡pobrecita!,
hoy está enferma y solita
consumiéndose por vos.

¡Atorrante!… Decí si no te da verguenza
que al verte pasar
piense de vos la gente lo que piensa
y no haga más que hablar.
Propiamente hay que ser más que careta
para hacerse el gran bacán,
mientras está enferma, sin receta
y con dos pibes que le piden pan.

Mas no importa... Cuando el mazo
se te gaste en el baraje
y te amure el bacanaje
por un punto más allá,
ya verás, pobre atorrante,
pelandrún arrepentido,
si el dolor que ella ha sufrido
vos también no sufrirás.
Y en el trance peliagudo
de las últimas boqueadas,
pedirás un vaso de agua
y ni Dios te lo dar




Poeta
(1 de abril de 1886 - 6 de agosto de 1959)
Nombre completo: Bartolomé Ángel Venancio Alberto Vaccarezza
Más de Vaccarezza:
ue el creador del sainete en la Argentina. Un tipo de obra teatral, generalmente calificada como "género chico". El diccionario la define: pieza teatral dramático jocosa de carácter popular.
No fue una gloria del teatro pero caló hondo en la sensibilidad del pueblo.
Su obra representa, aún en su liviandad, un verdadero documento de época. De cuando las corrientes inmigratorias llevaba a la mayoría de los recién arribados a vivir en hacinamiento, sufriendo con las dificultades del idioma y la diversidad de culturas, sumado a la desesperanza del presente y la incertidumbre del futuro.
Los trazos gruesos de tal situación fueron exactamente captados por Vaccarezza, pero tuvo la virtud de desdramatizarlos. En sus obras estaban los malos y los buenos, pero cuando ya se orillaba la tragedia, porque salían a relucir revólveres o cuchillos, los bravos contendientes "arrugaban" o alguien se encargaba de hacerlos entrar en razones. Los finales eran siempre felices y románticos.
Fue compañero de colegio de Armando Discépolo, amistad que se prolongó en el tiempo. Y una interesante coincidencia, ambos enfocaron la mirada, en los "huéspedes" de los inquilinatos y los "conventillos", que eran viviendas muy humildes, que estaban habitadas por personas de distintos orígenes. Era el desfile de la inmigración pobre que arribaba en busca de un horizonte mejor, huyendo de guerras y persecuciones étnicas u ideológicas.
Eran los "gallegos" (así se llama en la Argentina a todos los españoles cualquiera sea su región de nacimiento), los "tanos" (todos los italianos), los "rusos" (denominación para todos los judíos de cualquier país) y los "turcos" (todos los provenientes de Turquía, Siria, Líbano y países árabes, sin distinción alguna) y mezclados entre ellos, algunos porteños de bajo nivel y otros provincianos tan inmigrantes como los extranjeros.
Su observación sobre esta gente no superaba el plano de lo descriptivo y costumbrista, sin pretender la profundidad del drama; por el contrario, Armando Discépolo les penetró el alma, indagó en la psiquis de cada uno de ellos, con ironía y hondura. Fue considerado el creador del grotesco en el teatro argentino.
Vaccarezza fue una autor prolífico de letras de tango, también zambas, estilos y ritmos afines que poblaron los repertorios de cantores y cancionistas a partir de los años '20.
Como Luis César AmadoriManuel Romero y Mario Battistella llegó a la canción a partir del teatro, imponiendo su sainete, al que supo encontrarle la fórmula precisa. Hasta la llegada de la radio y por unos años más, el teatro fue el difusor de la canción popular. Fuera drama o fuera comedia, en todas las obras no podía faltar el personaje cantor o la joven cancionista. Muchas veces recurriendo a nombres ya populares para realzar el interés del público.
Carlos Gardel le grabó 13 temas: "La copa del olvido" (con música deEnrique Delfino, en 1921), "Otario que andás penando" (también con Delfino, en 1932), "Adiós para siempre" (con Antonio Scatasso, 1925), "Adiós que te vaya bien (con Delfino, 1924), "Araca corazón" (Delfino, 1927), "Eche otra caña pulpero" (Delfino, 1923), "El carrerito" (conRaúl de los Hoyos, 1928), "El poncho del amor" (Scatasso, 1927), "Francesita" (Delfino, 1924), "No le digas que la quiero" (Delfino, 1924), "No me tires con la tapa de la olla" (Scatasso, 1926, a partir del tango primitivo del mismo título), "Padre nuestro" (Delfino, 1923), "Talán talán" (Delfino, 1924).
Otros intérpretes le cantaron "La canción" y "Botines viejos" (ambos con Juan de Dios Filiberto) y también "Atorrante", "Calle Corrientes", "Julián Navarro" (con Francisco Canaro), "Pobre gringo" (junto conJuan Caruso y música de Antonio Scatasso), "Muchachita porteña" (con Mariano Mores), entre muchos otros.
Fue hombre de radio, tanto como charlista breve, como autor de cantidad de guiones para propuestas de diverso tipo.
Escribió poemas, sencillos, sin mayor vuelo, pero bien aceptados cuando los recitaba por la radio y que fueron editados en libros con los siguientes títulos: "La Biblia gaucha", "Dijo Martín Fierro" y "Cantos de la vida y de la tierra" -y alguno más- todos "criollos", ninguno "ciudadano", para equilibrar, porque dentro suyo bullían tanto el hombre de la ciudad como el hombre de campo.
También desarrolló una intensa actividad gremial, tanto en ARGENTORES (Sociedad argentina de autores), como en "La casa del Teatro". Fue de los primeros en luchar para conseguir el aporte de los propietarios de las salas teatrales, el derecho autoral, con situaciones plagadas de anécdotas que contaba con toda gracia.
Reconoció dos ocupaciones antes que el teatro fuera su muy fructífero medio de vida. El de rematador de muebles, al que llamaba estilo "Luis catre" (haciendo alusión en la humorada que eran de muy baja calidad en contrapartida a los estilos en boga Luis XV y Luis XVI) y anteriormente, a sus 17 años, ayudante en un juzgado. Allí comenzó, trazando grueso las características de sus compañeros mayores. Nació su primera obra: "El juzgado", representada en 1903 por un grupo filodramático entre los que estaba un joven Carlos Perelli (luego reconocido actor casado con la actriz Milagros de la Vega).
Dicen que registró unos 200 títulos. La mayoría llegaron y pasaron, más allá de la buena respuesta de su público, pero otros quedaron para siempre, incluso alimentando el argot del porteño, porque títulos, frases y palabras surgidas de su imaginacion se incorporaron a nuestro lenguaje.
En 1911 gana un concurso en el teatro Nacional de Pascual Carcavallo que de inmediato le echó el ojo. Fue con "Los scruchantes" (del lunfardo: ladrón que emplea la violencia con puertas o ventanas, muebles o caja fuertes. El scruche.) Luego deben nombrarse "El cabo Rivero" (llevado al cine), "Juancito de la Ribera" (representada por la década del '60 por el cantor Jorge Vidal), "Lo que le pasó a Reynoso" (llevada al cine), "Cuando un pobre se divierte", "Murió el sargento" (también llevada al cine) y fundamentalmente estas dos: "Tu cuna fue un conventillo" (llevada el cine) y el inusual éxito de "El conventillo de La Paloma", que a partir de su estreno superó largamente las mil representaciones contínuas, pero en la milésima representación decidió renunciar la actriz que personificaba a "La doce pesos", porque adujo entonces que su carrera debía buscar otros caminos, y tuvo razon. Se trataba de Libertad Lamarque.
Dijimos que le encontró la fórmula al sainet

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